PARA EXPRESAR IDEAS, SENTIMIENTOS... Y ALGÚN QUE OTRO DESEO.
Acerca de los otros.
Enviado el 22-Nov-2016 a las 20:05 por Quim
Ya sabes que a veces me da por pensar. No es que lo haga muy a menudo, pero cuando lo hago me sirve para rellenar esta hoja con las conclusiones a las que haya podido llegar.
Y me he puesto a pensar en "los otros". No me refiero a la película que no he visto, sino a ese concepto que se refiere a todo aquel que no soy yo. Engloba a un montón de gente distinta, (a todos los seres humanos); desde mi familia más cercana, pasando por mis amigos, conocidos y saludados, hasta ese tipo que vive en un iglú, allá por Groenlandia, cada uno con sus peculiaridades, con su carácter, manías, gustos, creencias, miedos, seguridades y todo aquello que nos hace diferentes unos de otros.
Me he parado a pensar que, aun y siendo tan diferentes, tan diversos en nuestros gustos, en nuestra manera de hacer, de decir o de pensar, hay algo que iguala a todos los seres humanos, algo que todos compartimos y de lo cual todos dependemos para poder vivir bien: Todos necesitamos amor. Todos necesitamos amar y ver que ese amor es correspondido. Todos.
¡Anda que no veo a mi alrededor gente que clama a gritos que alguien les preste atencion, que haya alguien dispuesto a perder un poquito de su tiempo para escucharles, darles un abrazo y demostrarles que son importantes! Los veo cerquita, malhumorados, amargados, infelices... Esa actitud me dice que no tienen contacto con el amor y que sienten un vacío que les desespera, aunque no sepan la causa.
¿Que cómo lo sé? Bueno, yo sentí ese vacío, esa desesperación, ese sentir que la vida es solo sobrevivir, pasar un día más, como las lechugas, monotonía sin sentido, más pesada que una losa, hasta que llegue el día de morirse y ya está. Nadie que piense así puede encontrarle gusto, a esto de vivir. Afortunada e inmerecidamente ese vacío fue llenado y ahora pienso diferente.
Pero...¿ Y los demás? ¿Y mis vecinos, siempre gritándose y arruinándome la siesta? ¿Y el otro, siempre de mal humor, caminando con aire sombrío, incapaz de sonreír, cansado ya de vivir en el hospital donde está ingresada su mujer? ¿Qué, de ellos, y de millones en circunstancias parecidas?
Te voy a contar algo que siento en mi corazón: Estoy convencido de que mi misión en esta vida no tiene nada, pero nada que ver, con las cuatro paredes de la mal llamada iglesia (mal llamada porque la iglesia son las personas, no el local); cada vez estoy más persuadido de que mi misión tiene que ver con los de fuera, no con los de dentro. El Señor permite que tenga desencuentros y roces con los de dentro como un modo de prepararme para ser capaz de cumplir fuera lo que me pide: que ame. Que ame sin reservas, sin condiciones, sin restricciones ni componendas. Sin pensar, sin razonar, sin cuestionar y sin desfallecer. El amor como único camino, como único objetivo, como única meta, como única obsesión.
Para llegar a conseguir eso, me sirve el pensar como me ama Él, cómo es su carácter, sus reacciones cuando le fallo, su respuesta ante mis errores y su paciencia ante mi, en ocasiones, estúpida testarudez. Y me sirve porque pienso en nuestra relación, cuando detecto fallos aquí o allá, de éste o de aquél, y por un momento me siento tentado a juzgar y a condenar. Cuando me pasa eso y me paro a contar hasta diez, se me cae la cara de vergüenza y tengo que reconocer que soy uno más, en cuanto a fallos y errores, y que si quiero mejorar tengo que hacer caso de lo que me dice, que por eso sabe más que yo: Honrar a mis cabezas, honrar a mis hermanos como superiores a mí mismo y, de ese modo, honrarle a Él. Cuando sea capaz de hacer eso con los de dentro, y solo entonces, tendré la capacidad de decir convincentemente a los de fuera "Dios es amor". Solo entonces. Antes no.
Porque decirlo antes de que sea una realidad en mi vida no sirve para nada.
Y me he puesto a pensar en "los otros". No me refiero a la película que no he visto, sino a ese concepto que se refiere a todo aquel que no soy yo. Engloba a un montón de gente distinta, (a todos los seres humanos); desde mi familia más cercana, pasando por mis amigos, conocidos y saludados, hasta ese tipo que vive en un iglú, allá por Groenlandia, cada uno con sus peculiaridades, con su carácter, manías, gustos, creencias, miedos, seguridades y todo aquello que nos hace diferentes unos de otros.
Me he parado a pensar que, aun y siendo tan diferentes, tan diversos en nuestros gustos, en nuestra manera de hacer, de decir o de pensar, hay algo que iguala a todos los seres humanos, algo que todos compartimos y de lo cual todos dependemos para poder vivir bien: Todos necesitamos amor. Todos necesitamos amar y ver que ese amor es correspondido. Todos.
¡Anda que no veo a mi alrededor gente que clama a gritos que alguien les preste atencion, que haya alguien dispuesto a perder un poquito de su tiempo para escucharles, darles un abrazo y demostrarles que son importantes! Los veo cerquita, malhumorados, amargados, infelices... Esa actitud me dice que no tienen contacto con el amor y que sienten un vacío que les desespera, aunque no sepan la causa.
¿Que cómo lo sé? Bueno, yo sentí ese vacío, esa desesperación, ese sentir que la vida es solo sobrevivir, pasar un día más, como las lechugas, monotonía sin sentido, más pesada que una losa, hasta que llegue el día de morirse y ya está. Nadie que piense así puede encontrarle gusto, a esto de vivir. Afortunada e inmerecidamente ese vacío fue llenado y ahora pienso diferente.
Pero...¿ Y los demás? ¿Y mis vecinos, siempre gritándose y arruinándome la siesta? ¿Y el otro, siempre de mal humor, caminando con aire sombrío, incapaz de sonreír, cansado ya de vivir en el hospital donde está ingresada su mujer? ¿Qué, de ellos, y de millones en circunstancias parecidas?
Te voy a contar algo que siento en mi corazón: Estoy convencido de que mi misión en esta vida no tiene nada, pero nada que ver, con las cuatro paredes de la mal llamada iglesia (mal llamada porque la iglesia son las personas, no el local); cada vez estoy más persuadido de que mi misión tiene que ver con los de fuera, no con los de dentro. El Señor permite que tenga desencuentros y roces con los de dentro como un modo de prepararme para ser capaz de cumplir fuera lo que me pide: que ame. Que ame sin reservas, sin condiciones, sin restricciones ni componendas. Sin pensar, sin razonar, sin cuestionar y sin desfallecer. El amor como único camino, como único objetivo, como única meta, como única obsesión.
Para llegar a conseguir eso, me sirve el pensar como me ama Él, cómo es su carácter, sus reacciones cuando le fallo, su respuesta ante mis errores y su paciencia ante mi, en ocasiones, estúpida testarudez. Y me sirve porque pienso en nuestra relación, cuando detecto fallos aquí o allá, de éste o de aquél, y por un momento me siento tentado a juzgar y a condenar. Cuando me pasa eso y me paro a contar hasta diez, se me cae la cara de vergüenza y tengo que reconocer que soy uno más, en cuanto a fallos y errores, y que si quiero mejorar tengo que hacer caso de lo que me dice, que por eso sabe más que yo: Honrar a mis cabezas, honrar a mis hermanos como superiores a mí mismo y, de ese modo, honrarle a Él. Cuando sea capaz de hacer eso con los de dentro, y solo entonces, tendré la capacidad de decir convincentemente a los de fuera "Dios es amor". Solo entonces. Antes no.
Porque decirlo antes de que sea una realidad en mi vida no sirve para nada.
Total de comentarios 1
Comentarios
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Bendiciones, muy buena su reflexión, usted escogió lo principal para seguir adelante “EL AMOR”; cuando nos vemos en situaciones ,donde se disparan todas esas emociones negativa que tenemos los seres humanos tenemos que contar ,y pensar que haría el MAESTRO.
Cantares 8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogaran los ríos.Enviado el 28-Nov-2016 a las 16:22 por Cid ¡Visita su Blog!