tan profundo y superficial como la vida misma...
la llanta.... pastorado ineficiente...
Enviado el 29-Mar-2012 a las 18:06 por souljazz
Desde siempre muchos dijeron que era una llanta hecha para caminos transitados; su acabado, su forma y su material interno le hacían prometer como pocas llantas en tan competido mercado.
La prepararon en una buena fabrica, la capacitaron, forjaron su resistencia y aprendió todo lo que una buena llanta debía ser y saber para ser excelente en todos los caminos, bajo sol, bajo lluvia, en autopistas y en terracería, sería una llanta de altos estándares de servicio y calidad.
Ya bien acabada y con todo el potencial, es lanzada al mercado; pero o sorpresa llego a un mostrador donde muchos pasaron, la miraron pero optaron por otras llantas, quizá no les convencía el precio, quizá no les convencía la hechura y para otros quizá no les convenció la marca. El chiste es que tardo en ocupar un lugar dentro del servicio a un buen automóvil. Pero ese tiempo no fue en vano, le enseño cualidades que no había aun vivido dentro de la fabrica; la paciencia y el temple fue algo de lo que más se nutrió en esa larga espera.
Su fabricante le había sellado con lo más preciado, le había rociado con lo más vital y le había dado el color que solo El tenia en su poder. Y la llanta siguió esperando porque para eso fue creada, para rodar y esperar.
Por fin llegó el día; una llanta sabia y de mucho kilometraje terminó su tiempo de vida y entonces fue ella elegida para cubrir esa extremidad de la nave. El tiempo en el mostrador le había enseñado a no ser impaciente y a saber que no era tan especial, ni tan diferente. Y ahora había llegado el tiempo de comenzar una nueva etapa, toda una travesía que le emocionaba pero no le quitaba el sueño, porque después de todo no es que fuera una llanta especial, solo era una llanta del mejor fabricante y era EL quien recibiría todo el crédito.
Pero sus compradores como la elogiaron, la mejor marca, el mejor acabado y a qué precio, casi una ganga; sonaba por aquí y por allá; la colocaron con pompa. ¡Aquí la llanta que esperábamos! ¡Al fin una llanta que venga a aguantarnos por más y mejores caminos! Decían los pasajeros del auto.
Y comenzó su viaje, rodar, rodar y más rodar, soportando inclemencias, calores intensos y uno que otro chicle pegado en su cuerpo. Pero como era una gran llanta podía soportar, ella no se daba cuenta pero ese el propósito para el cual fue creada; rodar, servir y seguir. No podía ni debía pararse; no podía dejar de rodar y claro desgastarse.
Un día sin más ni mas llego su primer ponchadura, fue un suceso dentro del auto, ¿¡cómo es posible!? Gritaban los tripulantes del Auto…
¡nosotros estamos aquí para disfrutar el viaje! No para que esta llanta nos marque el paso.
La llanta solo se limito a esperar, llego EL fabricante y le dio sus primeros auxilios de llanta. Los ocupantes del auto ni cuenta se dieron de eso, pues ellos estaban molestos y ocupados criticando a la llanta y mencionando cada una de sus fallas; incluso hacían reuniones al lado del camino para añorar la otra llanta que se había ido, donde charlaban y charlaban de que esa si era una llanta de verdad, no como esta que no tenía autoridad para seguir en el camino. Olvidaban claro, que con aquella llanta vieja ya retirada habían hecho lo mismo cuando llegaron sus ponchaduras, sus banquetazos y sus raspones. Solo algunos que tenían bellos y reales recuerdos de la llanta antigua sabían que debían ser pacientes con esta llanta “nueva”.
Al fin quedo la llanta y continuaron el camino, volvían a decir que esa llanta si podía, que había hecho una gran elección; hasta el siguiente tropiezo, un banquetazo puso otra vez en inconformidad a toda la tripulación; esta vez comenzaron a cuestionar a la familia de la llanta, y a sus otras compañeras, la llanta “mejor” tenía que decirles a todas que debían parecer llantas de ese auto, no llantas que parecían llantas provocativas de motocicleta; y eso era culpa de la llanta en cuestión, pues ella tenía la responsabilidad de alinear a las otras llantas del auto. Incluso alguien del auto le dijo un día cuando nadie miraba hacia su lado “deja esto, no sirves; es mejor que dejes que venga una llanta de una gran escuela” .
Pero la llanta no hacía más que seguir rodando, sirviendo, avanzando. Alcanzando varias metas, llevo el auto a grandes distancias, hizo cambios en la forma de viaje que incluso llevo a que mas personas quisieran subir a ese auto; pero los tripulantes no veían que la llanta avanzaba solo miraban sus propias necesidades; y cuando llegaba otra ponchadura, solo se limitaban a ver y quejarse pero jamás a reparar dicho desperfecto.
Ya gastada, raspada, muchas veces parchada; ha perdido su color, ha perdido su flamante dibujo que servía para el agarre en la lluvia; ya no sirve más. Es tiempo de cambiarla, de tirarla en el camino y volver a elogiar otra llanta por parte de los tripulantes del auto.
Ahí está, en un baldío maloliente y en medio de varias llantas que dejaron de ser utiles para muchos; pero vuelve EL, quien la fabrico, quien le dijo que sería una llanta de grandes caminos, que debía aprender a rodar y rodar y nunca llorar.
El fabricante la toma en sus brazos, sonríe con ella, acaricia sus multiples parches y le lleva a casa, donde todas esas llantas desechadas encontraron un lugar especial y una renovación total de su malgastado caucho.
Amado Pastor nunca desistas de tu labor, el camino es duro, exigente, rocoso. Pero sabes que aunque te partas en el intento; tú eres una llanta vil que lo único que sabe es rodar servir y avanzar.
La prepararon en una buena fabrica, la capacitaron, forjaron su resistencia y aprendió todo lo que una buena llanta debía ser y saber para ser excelente en todos los caminos, bajo sol, bajo lluvia, en autopistas y en terracería, sería una llanta de altos estándares de servicio y calidad.
Ya bien acabada y con todo el potencial, es lanzada al mercado; pero o sorpresa llego a un mostrador donde muchos pasaron, la miraron pero optaron por otras llantas, quizá no les convencía el precio, quizá no les convencía la hechura y para otros quizá no les convenció la marca. El chiste es que tardo en ocupar un lugar dentro del servicio a un buen automóvil. Pero ese tiempo no fue en vano, le enseño cualidades que no había aun vivido dentro de la fabrica; la paciencia y el temple fue algo de lo que más se nutrió en esa larga espera.
Su fabricante le había sellado con lo más preciado, le había rociado con lo más vital y le había dado el color que solo El tenia en su poder. Y la llanta siguió esperando porque para eso fue creada, para rodar y esperar.
Por fin llegó el día; una llanta sabia y de mucho kilometraje terminó su tiempo de vida y entonces fue ella elegida para cubrir esa extremidad de la nave. El tiempo en el mostrador le había enseñado a no ser impaciente y a saber que no era tan especial, ni tan diferente. Y ahora había llegado el tiempo de comenzar una nueva etapa, toda una travesía que le emocionaba pero no le quitaba el sueño, porque después de todo no es que fuera una llanta especial, solo era una llanta del mejor fabricante y era EL quien recibiría todo el crédito.
Pero sus compradores como la elogiaron, la mejor marca, el mejor acabado y a qué precio, casi una ganga; sonaba por aquí y por allá; la colocaron con pompa. ¡Aquí la llanta que esperábamos! ¡Al fin una llanta que venga a aguantarnos por más y mejores caminos! Decían los pasajeros del auto.
Y comenzó su viaje, rodar, rodar y más rodar, soportando inclemencias, calores intensos y uno que otro chicle pegado en su cuerpo. Pero como era una gran llanta podía soportar, ella no se daba cuenta pero ese el propósito para el cual fue creada; rodar, servir y seguir. No podía ni debía pararse; no podía dejar de rodar y claro desgastarse.
Un día sin más ni mas llego su primer ponchadura, fue un suceso dentro del auto, ¿¡cómo es posible!? Gritaban los tripulantes del Auto…
¡nosotros estamos aquí para disfrutar el viaje! No para que esta llanta nos marque el paso.
La llanta solo se limito a esperar, llego EL fabricante y le dio sus primeros auxilios de llanta. Los ocupantes del auto ni cuenta se dieron de eso, pues ellos estaban molestos y ocupados criticando a la llanta y mencionando cada una de sus fallas; incluso hacían reuniones al lado del camino para añorar la otra llanta que se había ido, donde charlaban y charlaban de que esa si era una llanta de verdad, no como esta que no tenía autoridad para seguir en el camino. Olvidaban claro, que con aquella llanta vieja ya retirada habían hecho lo mismo cuando llegaron sus ponchaduras, sus banquetazos y sus raspones. Solo algunos que tenían bellos y reales recuerdos de la llanta antigua sabían que debían ser pacientes con esta llanta “nueva”.
Al fin quedo la llanta y continuaron el camino, volvían a decir que esa llanta si podía, que había hecho una gran elección; hasta el siguiente tropiezo, un banquetazo puso otra vez en inconformidad a toda la tripulación; esta vez comenzaron a cuestionar a la familia de la llanta, y a sus otras compañeras, la llanta “mejor” tenía que decirles a todas que debían parecer llantas de ese auto, no llantas que parecían llantas provocativas de motocicleta; y eso era culpa de la llanta en cuestión, pues ella tenía la responsabilidad de alinear a las otras llantas del auto. Incluso alguien del auto le dijo un día cuando nadie miraba hacia su lado “deja esto, no sirves; es mejor que dejes que venga una llanta de una gran escuela” .
Pero la llanta no hacía más que seguir rodando, sirviendo, avanzando. Alcanzando varias metas, llevo el auto a grandes distancias, hizo cambios en la forma de viaje que incluso llevo a que mas personas quisieran subir a ese auto; pero los tripulantes no veían que la llanta avanzaba solo miraban sus propias necesidades; y cuando llegaba otra ponchadura, solo se limitaban a ver y quejarse pero jamás a reparar dicho desperfecto.
Ya gastada, raspada, muchas veces parchada; ha perdido su color, ha perdido su flamante dibujo que servía para el agarre en la lluvia; ya no sirve más. Es tiempo de cambiarla, de tirarla en el camino y volver a elogiar otra llanta por parte de los tripulantes del auto.
Ahí está, en un baldío maloliente y en medio de varias llantas que dejaron de ser utiles para muchos; pero vuelve EL, quien la fabrico, quien le dijo que sería una llanta de grandes caminos, que debía aprender a rodar y rodar y nunca llorar.
El fabricante la toma en sus brazos, sonríe con ella, acaricia sus multiples parches y le lleva a casa, donde todas esas llantas desechadas encontraron un lugar especial y una renovación total de su malgastado caucho.
Amado Pastor nunca desistas de tu labor, el camino es duro, exigente, rocoso. Pero sabes que aunque te partas en el intento; tú eres una llanta vil que lo único que sabe es rodar servir y avanzar.
Total de comentarios 3
Comentarios
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Que hermoso reconocimiento y descripción de acción, movimiento y avance a la labor de un pastor, y un final en la intimidad divina en los brazos del Creador y vino a mi mente estos versículos del Salmo 126:5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillasEnviado el 30-Mar-2012 a las 21:09 por silvi ¡Visita su Blog! -
amén sister Alelu.... gracias por tus comentarios siempre atinados y de bendicion...
Enviado el 03-Apr-2012 a las 17:26 por souljazz ¡Visita su Blog! -
Muy buena hermano , Dios te bendiga y adelante
feliictacionesEnviado el 06-Apr-2012 a las 17:42 por alfarero ¡Visita su Blog!